Hay distintas definiciones técnicas del término “literatura”, unas más referentes a la literatura como medio de expresión y otras referentes al conjunto de obras literarias con algo en común, ya sea el lugar de dónde provienen, la época o el género.
Para mí, estas acepciones están relacionadas: todas las obras literarias de una nación, de una época y de un género intentan expresar o dar a entender algo al lector. Ahora bien, el lector es libre de sacar sus propias conclusiones respecto a lo que ha leído y, dependiendo de sus ideales, sus creencias y también sus sentimientos, imaginará una cosa u otra. Aún así, el escritor ha redactado su obra con una finalidad concreta, también dependiente de sus opiniones; si se trata de un escrito con el fin de ser una queja, reacción u oposición a la sociedad o a algunos ideales, lo que pretende el escritor y la finalidad son más claros y directos y, por tanto, si el lector ha comprendido bien el significado del libro, se queda sin elección posible a la hora de sacar su propia conclusión, simplemente acepta la que le propone el escritor. Los propósitos o no propósitos de críticas sociales y políticas en literatura se han dado sobre todo en épocas concretas. Por ejemplo, durante el Romanticismo se resaltaban los sentimientos, las emociones, la imaginación y la inverosimilitud y, justo después, apareció el Realismo como reacción al movimiento anterior y empezó a tratar los temas de actualidad social y política desde un punto de vista crítico y verosímil. Hoy en día, no se escribe tanto para criticar las creencias actuales, sino para evadirse de ellas y poder el lector encontrar un recóndito lugar para hacerlo en las páginas de los libros.
Concluyendo, por todo esto creo que no ha de atribuírsele a la literatura una única función o método, sino relacionarlos para hallar el objetivo final.
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