Recoge y comenta las intervenciones que Dionisio hace
directamente con Margarita y coméntalas.
El
protagonista de esta obra, Dionisio, a lo largo de la obra mantiene varias
conversas telefónicas con la hija de don Sacramento, llamada Margarita y con la
cual contraerá matrimonio en unas horas. Es el único personaje que no aparece
en escena, solo la conocemos por las conversas que reflejan una relación
superficial y vacía. A todo esto, añadimos que aparte de no entrar en escena,
tampoco se la “oye” hablar, las conversas que mantiene con su futuro marido,
las podemos intuir de mano de las respuestas que le da Dionisio. Esto lo
veremos claramente con los fragmentos de ejemplificación cortos y/o los
propiamente copiados del texto que son más extensos a continuación.
La
primera de ellas tiene lugar en el primer acto, y sucede poco después de que
Dionisio llegue al modesto hotel de don Rosario y se pruebe los tres sombreros
de copa que tiene, mostrándoselos al amable de don Rosario y es en ese momento
cuando recuerda que dejó enfadada a Margarita.
DON ROSARIO – (Por una sombrera.) ¿Y qué lleva usted
aquí don Dionisio?
DIONISIO – Un sombrero de
copa, para la boda. (Lo saca.) Este
me lo ha regalado mi suegro hoy. Es suyo. De cuando era alcalde. Y yo tengo
otros dos que me he comprado. (Los saca.)
Mírelos usted. Son muy bonitos. Sobre todo se ve enseguida que son de copa, que
es lo que hace falta… Pero no me sienta bien ninguno… (Se los va probando ante el espejo.) Fíjese. Este me está chico…
Este me hace una cabeza muy grande… Y éste dice mi novia que me hace cara de
salamandra.
DON ROSARIO – Per ¿de
salamandra española o de salamandra extranjera?
DIONISIO – Ella sólo me ha
dicho que de salamandra. Por cierto… que, con este motivo, la dejé enfadada… Es tan inocente… ¿El teléfono
funciona? Voy a ver si se le ha pasado el enfado… Se llevará una alegría…
Según lo que nos dice la obra, más o menos hacia las once
de la noche:
DON
ROSARIO – A lo mejor ya se han acostado. Ya es tarde.
DIONISIO
– No creo. Aún no son las
once. […]
En la página 72, encontramos la primera conversación
telefónica. La vemos a continuación:
DIONISIO - ¡Bichito mío! Soy yo. Sí.
Te llamo desde el hotel… Tengo teléfono en mi mismo cuarto… Sí. Caperucita Encarnada… No…
Nada… Para que veas que me acuerdo de ti… Oye, no voy a llevar el sombrero que
me hace cara de chubesqui… Fue una broma… Yo no hago más que lo que tú me
mandes… Sí, amor mío… (Pausa.) Sí,
amor mío… (De repente, encoge una pierna,
tapa con la mano el micrófono y da un pequeño grito.) Don Rosario… ¿En esta
habitación hay pulgas?
DON ROSARIO – No sé, hijo
mío…
DIONISIO – (Al aparato.) Sí, amor mío. (Vuelve a tapar el micrófono.) ¿Su papá,
cuando murió, no le dejó dicho nada de que en esta habitación hubiese pulgas? (Al aparato.) Sí, amor mío…
DON ROSARIO – Realmente,
creo que me dejó dicho que había una…
DIONISIO – (Que sigue rascándose una pantorrilla contra
otra, desesperado.) Pues me está devorando una pantorrilla… Haga el favor,
don Rosario, rásqueme usted… (DON ROSARIO le
rasca.) No; más abajo. (Al aparato.)
Sí, amor mío… (Tapa.) ¡Más arriba!
Espere… Tenga esto.
(Le da el auricular a DON ROSARIO, que se lo pone al oído, mientras DIONISIO se busca la pulga, muy nervioso.)
DON ROSARIO – (Escucha por el aparato, en donde se supone
que la novia sigue hablando, y toma una expresión dulcísima.) Sí, amor mío…
(Muy tierno.) Sí, amor mío…
DIONISIO – (Que, por
fin, mató la pulga.) Ya está. Déme… (DON ROSARIO le da el auricular.) Sí… Yo también dormiré tu retrato debajo de la
almohada… Si te desvelas, llámame tú después. (Rascándose otra vez.) Adiós, bichito mío. (Cuelga.)
Bien, después de leer
el fragmento en el cual se desarrolla la primera conversa telefónica, vemos muy
claro lo que hemos comentado anteriormente de que Margarita no aparece en
escena, ni siquiera sabemos qué es lo que le dice a su novio, solo podemos
intuirlo dadas las respuestas de este. En primer lugar, destacamos los apodos
ridículos que Dionisio le pone a Margarita, que vienen siendo <<bichito mío>> y <<caperucita encarnada>> (destacados
en color amarillo). Tenemos que destacar la inutilidad de esta conversa, que es
puramente para cumplir, podríamos decir que no es nada sincera; lo vemos
claramente cuando al protagonista deja de importarle el enfado de su futura
esposa porque le pica la pierna a causa de una pulga y que, unos segundos más tardes,
le pasa el auricular del teléfono con el cual está manteniendo una conversación
con la que se supone que es la mujer de su vida a don Rosario y este copia lo
que hacía su cliente, afirmar con un <<sí, amor mío…>> como quién le da la razón a un tonto.
Mihura, el autor de
esta obra, sabe muy bien lo que se hace; reduce lo trascendente o melodramático
a lo irrisorio. La aparición de la pulga, la utilización de Rosario en la
conversación y lo estereotipado de ésta, revelan el falso ternurismo y la boda
absurda, que queda evidenciado a través de la situación teatral. (Esta última
información ha sido extraída del libro).
La segunda
conversación telefónica entre el futuro matrimonio también se desarrolla en el
primer acto, pero esta vez don Rosario ha sido sustituido por unos clientes de
la habitación de al lado, bailarines de una compañía que mañana debutarán con
su espectáculo y son Buby, un negro y Paula. Lo vemos a continuación:
BUBY – No. (Y suena el timbre del teléfono.) ¿Un timbre?
PAULA – Sí. Es un timbre.
DIONISIO – (Desconcertado.) Debe de ser visita.
BUBY – No. Es aquí dentro. Es el teléfono.
DIONISIO – (Disimulando, porque él sabe que es su novia.) ¿El teléfono?
PAULA – Sí.
DIONISIO - ¡Qué raro! Debe de ser algún niño
que está jugando y por eso suena…
PAULA – Mire usted quién es.
DIONISIO – No. Vamos a hacerle rabiar.
PAULA - ¿Quiere usted que mire yo?
DIONISIO – No. No se moleste. Yo lo veré. (Mira por el auricular.) No se ve a
nadie.
PAULA – Hable usted.
DIONISIO - ¡Ah! Es verdad. (Habla fingiendo la voz.) ¡No! ¡No!
(Y
cuelga)
El fragmento teatral,
continúa de manera que Paula pregunta quién ha llamado y Dionisio le engaña
diciéndole que un pobre que quería diez céntimos y al que él mismo le ha dicho
que no.
En este momento vemos
lo irónica que es esta relación, ya que podemos fijarnos en que en dos
situaciones, a Dionisio le ha importado bien poco lo que tiene Margarita a
contarle. Además, Dionisio debe sentirse avergonzado, ya que si no, no podemos explicarnos el porqué de ocultar
que su futura esposa le está llamando a dos desconocidos, ya que hace minutos
que los ha visto por primera vez en su vida. Pero tal y como hemos visto, ha
estado engañando sobre toda su vida, como por ejemplo diciendo que es un
artista, que es malabarista.
Es con Fanny con
quien enmarcamos no la tercera conversación sino la tercera llamada telefónica,
es decir, no hay un contacto directo.
FANNY – Eso es verdad… (Suena el timbre del teléfono.) ¿Un timbre? ¿El teléfono?
DIONISIO – Sí. Es un pobre…
DANNY - ¿Un pobre? ¿Y cómo se llama?
DIONISIO – Nada. Los pobres no se llaman nada…
FANNY – Pero ¿y qué quiere?
DIONISIO – Quiere que yo le dé pan. Pero yo
no tengo pan, y por eso no puedo dárselo… ¿Usted tiene pan?
FANNY – Voy a ver… (Mira en su bolso.) No. Hoy no tengo pan.
DIONISIO – Pues entonces, ¡anda y que se
fastidie!
FANNY - ¿Quiere usted que le diga que Dios le
ampare?
DIONISIO – No. No se moleste. Yo se lo diré.
(Con voz fuerte, desde la cama.)
¡Dios le ampare!
FANNY - ¿Le habrá oído?
DIONISIO – Sí. Los pobres estos lo oyen todo.
Tal y como podemos ver,
esta vez Dionisio ni se molesta a coger el auricular, cosa que es un acto que
desprecia totalmente a Margarita, quien está insistiendo en las llamadas y debe
estar preocupada. Más desprecio significaría si nos planteamos de que cabe la
posibilidad de que el autor nos quiera hacer una comparación de su mujer con un
pobre al cual le atribuye características nefastas; dice que se fastidie, la
manera de la cual habla de él es como poniéndolo en una posición inferior a él,
etc.
Y ya, finalizando el
primer acto, hay una última llamada.
(Y muy de puntillas, se va por la puerta del foro y cierra la puerta.
Pero ahora suena el timbre del teléfono. DIONISIO se levanta corriendo y va hacia él.)
DIONISIO - ¡Es
Margarita…!
(Per la puerta de la izquierda se abre nuevamente, y PAULA se asoma, quedándose junto
al quicio. DIONISIO ya abandona su
ida al teléfono.)
En esta ocasión, el protagonista está rozando el punto de contestar la
llamada, pero interrumpido por la llegada de la vecina de habitación, Paula, se
queda en el intento. Una vez más, demuestra que lo está ocultando.
Antes de darse por finalizado el segundo acto, después de que Paula
caiga desmayada en el suelo a causa de un golpe en la nuca, empieza a sonar el
timbre del teléfono otra vez.
DIONISIO
- ¿Qué es esto? ¿Qué es esto, Dios mío ¡No es posible!... (y, de pronto, suena el timbre del teléfono. DIONISIO toma el auricular y habla.) ¿Eh?
¿Quién? Sí. Soy yo, Dionisio… No, no me ha pasado nada. Estoy bien. ¿Te has
asustado porque no contesté cuando llamaste? ¡Oh, no! ¡Me dolía mucho la cabeza
y salí! Salí a la calle a respirar el aire. Sí. Por eso no podía contestar
cuando llamabas… ¿Qué dices? ¿Eh? ¿Qué viene tu padre? ¿A qué? ¡Pero si no pasa
nada! ¡Es estúpido que le hayas hecho venir!... No ocurre nada… No pasa nada… (Y llaman a la puerta del foro.) ¡Ah! (Al teléfono.) Han llamado a la puerta…
Sí… debe de ser tu padre… Sí…
(Al ir, nerviosamente,
hacia la puerta, tira del auricular y rompe el cordón. Intenta arreglarlo. No
puede. Se desconcierta aún más.)
Bien, Dionisio,
desprecia a su mujer una vez más engañándola del todo, nada de lo que ha dicho
es cierto. Vemos pues, que está ocultando constantemente la verdad, a todo el
mundo. Quizás en este caso, era una mentira pícara, porque explicar a su futura
mujer, el día antes de la boda, a altar horas de la madrugada que estaba en la
cama con una mujer recién conocida, no es lo más adecuado…
Para finalizar, podemos
extraer como conclusión que Dionisio tiene mucho miedo a lo que puedan pensar
sobre él, es decir, la reputación.
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