Este
poema fue escrito por el célebre poeta Federico García Lorca, y es una de las
obras que podemos encontrar en su libro de poemas “Poeta en Nueva York”.
Federico
García Lorca fue un conocido poeta y dramaturgo español, nacido en
Fuentevaqueros el cinco de junio de 1898. Estudió filosofía y letras, y en 1915
se licenció en derecho, y conoció a Manuel de Falla, quien ejerció una gran
influencia en él. A partir de 1919 se instaló en Madrid, y conoció a Juan Ramón Jiménez y a Machado, y a otros
artistas, y se interesó por el teatro, la música y el dibujo (aparte de la
poesía), pero su primera pieza teatral (El maleficio de la mariposa) fue un
fracaso. Tras varios éxitos, viajó a Nueva York como becario, y allí escribió
“Poeta en Nueva York”, un libro con poesías vanguardistas que describía la
frialdad de la ciudad. Este viaje cambió su vida, y su forma de escribir. Murió
el diecinueve de agosto de 1936 en Víznar, fusilado por las fuerzas franquistas
en la guerra civil.
Su vida se divide en dos fases:
1ª fase (Romancero gitano): Poesía musical y
popular, con influencia romántica. Suele utilizar el folklore de gitanos, caballos
y lunas.
2ª fase: Poesía vanguardista, con métrica irregular, con imágenes surrealistas que muestran el mundo como un sinsentido.
Este poema claramente forma parte de la segunda fase
de la vida de García Lorca, y nos habla sobre la ciudad bajo su punto de vista,
y nos explica sus sensaciones empleando imágenes surrealistas que nos
transmiten malas sensaciones. Como por ejemplo:
<<y
el niño que enterraron esta mañana lloraba tanto
que
hubo necesidad de llamar a los perros para que callase.>>
Esta
frase no tiene mucho sentido, pero cuando la leemos nos vienen a la cabeza
imágenes espeluznantes.
En cuanto a
la métrica y rima, vemos que este poema carece de ellas, lo que es una
característica propia de las poesías vanguardistas, ya que el vanguardismo
quiere romper con las normas establecidas.
A lo largo del texto encontramos varias figuras, como las siguientes:
No
duerme nadie por el cielo. Nadie, nadie.
No
duerme nadie.
Las
criaturas de la luna huelen y rondan sus cabañas.
Vendrán
las iguanas vivas a morder a los hombres que no sueñan
y el
que huye con el corazón roto encontrará por las esquinas
el
increíble cocodrilo quieto bajo la tierna protesta de los astros.
No
duerme nadie por el mundo. Nadie, nadie.
No
duerme nadie.
Hay un
muerto en el cementerio más lejano
que se
queja tres años
porque
tiene un paisaje seco en la rodilla;
y el
niño que enterraron esta mañana lloraba tanto
que
hubo necesidad de llamar a los perros para que callase.
No es
sueño la vida. ¡Alerta! ¡Alerta! ¡Alerta!
Nos
caemos por las escaleras para comer la tierra húmeda
o
subimos al filo de la nieve con el coro de las dalias muertas.
Pero
no hay olvido, ni sueño:
carne
viva. Los besos atan las bocas
en una
maraña de venas recientes
y al
que le duele su dolor le dolerá sin descanso
y al
que teme la muerte la llevará sobre sus hombros.
Un día
los
caballos vivirán en las tabernas
y las
hormigas furiosas
atacarán
los cielos amarillos que se refugian en los ojos de las vacas.
Otro
día
veremos
la resurrección de las mariposas disecadas
y aún
andando por un paisaje de esponjas grises y barcos mudos
veremos
brillar nuestro anillo y manar rosas de nuestra lengua.
¡Alerta!
¡Alerta! ¡Alerta!
A los
que guardan todavía huellas de zarpa y aguacero,
a
aquel muchacho que llora porque no sabe la invención del puente
o a
aquel muerto que ya no tiene más que la cabeza y un zapato,
hay
que llevarlos al muro donde iguanas y sierpes esperan,
donde
espera la dentadura del oso,
donde
espera la mano momificada del niño
y la
piel del camello se eriza con un violento escalofrío azul.
No
duerme nadie por el cielo. Nadie, nadie.
No
duerme nadie.
Pero
si alguien cierra los ojos,
¡azotadlo,
hijos míos, azotadlo!
Haya
un panorama de ojos abiertos
y
amargas llagas encendidas.
No
duerme nadie por el mundo. Nadie, nadie.
Ya lo
he dicho.
No
duerme nadie.
Pero
si alguien tiene por la noche exceso de musgo en las sienes,
abrid
los escotillones para que vea bajo la luna
las copas falsas, el veneno y la
calavera de los teatros.
Figuras de repetición:
Anáfora Polipote Pleonasmo Epanadiplosis
Figuras de orden:
Hipérbaton
Figuras de significado:
Sinestesia
En conclusión, se trata de un poema vanguardista que transmite muchas sensaciones, sensaciones negativas de angustia que utiliza Federico García Lorca para describir la vida en la ciudad.
Fuentes de información:
- Apuntes de clase
- Documentos de este blog:
1 comentario:
Lo comentamos en clase. Nota: 9
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